viernes, 1 de septiembre de 2017

Trabajo Social Luz Interior

Violencia de Género
Actualmente en la  sociedad paraguaya, esta denominación a ganado  mayor y mejor atención tanto por parte de autoridades competentes como por parte de la población misma desde que las comisarias y fiscalías se han llenado de denuncias y casos  concretos de muertes, en el año 2000 entraba en vigencia la ley Nro. 1600 que regula  la violencia domestica de manera a ofrecer una protección especial y de urgencia a la eventual victima de este hecho, y el 28 de diciembre del año 2016 entra en vigente la ley 5777 contra el feminicidio.

Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión, basados en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas de tales actos y la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si ocurren en el ámbito público como en la vida familiar o personal.

Sabemos que en muchas ocasiones  por miedo a ser doblemente juzgadas, estigmatizadas y hasta excluidas de su lugar de trabajo, por propios familiares y/ o por la comunidad de donde vive, las mujeres callan y pasan por alto situaciones que desde ningún punto de vista pueden ser considerados como normales. Quiero hacer mención de una publicación del periodista Jorge Ruffiani en el diario Abc referente al tema:” Querríamos abogar no obstante porque la ley, la nuestra, se convierta en motivo de esperanza de días mejores para nuestras madres, hermanas, hijas, amigas o parejas. Aunque ninguna norma será eficiente y suficiente si no detectamos, combatimos y desterramos, las variadas formas de discriminación, abuso y menoscabo hacia la mujer. Visto que la violencia que se denuncia y gana la atención de las redes (a veces solo por pura y humana morbosidad), es solo una pequeña parte de lo que sucede y conocemos. Pues no hay que forzar mucho la imaginación para certificar que existen miles de casos de los que nada se sabe, porque no llegan a las variadas “modalidades” del asesinato. Una violencia generalizada e impune que deja a las mujeres con algo más que golpes y moretones, porque la hostilidad solapada y constante traen como secuela las profundas heridas del alma, que no se ven ni se curan: la de las esperanzas frustradas, las ilusiones rotas y la dignidad pisoteada. Dolores que no se superan fácilmente y terminan convirtiendo la vida de seres humanos femeninos en un verdadero calvario. No solo porque durante esa especie de “depredación social”, perdieron la autoestima y el respeto de los suyos, sino sufrieron –y sufren– la indiferencia de sus parientes, de sus vecinos y del resto de la sociedad. Además, desde luego, del abandono del Estado. Actitudes que en realidad son guiños de complicidad hacia los victimarios, especialmente por la inacción de una Policía todavía devota de la arbitrariedad y más que contaminada de “solidaridad” machista.

Empecemos por el comienzo y sin la pretensión de polemizar con exégetas o bibliófilos que hoy “reinterpretan” el papel secundario que las Sagradas Escrituras han otorgado a la mujer desde el inicio de los Santos, digamos que, en aquellos tiempos, la vida de las mismas debía transcurrir “en silencio (…) con toda sujeción y sin ejercer dominio sobre el hombre…”. Pero cuando finalmente y pasados 20 siglos, ella pudo elevarse sobre sus limitaciones, sobre la ignorancia y los prejuicios, y pudo desarrollar sus talentos y defender su dignidad…” “fue cuando anticipó su infierno. Cuando la mujer se levantó contra el determinismo machista que la desamparaba y decidió decidir, recibió su castigo. Cuando dijo NO a un prepotente infradotado. O arriesgó un “ya no te quiero”; o un “andate” o un “yo me voy”, para enfrentar la “poderosa razón” del “¡conmigo o con nadie!”, empezó la seguidilla de crímenes que NO VA A PARAR con una ley. Y será simplemente así porque la redención femenina no es acompañada por el sistema de enseñanza, no afectó las estructuras del Estado ni produjo el desmantelamiento de los estereotipos publicitarios que explotan la figura de la mujer como un componente superfluo o desechable; como un factor de tentación o lujuria cuando no un “producto” de equívocos significados.

Creo firmemente que la educación  debería entrar con todo vigor en este ámbito, desde la niñez, transmitiendo e inculcando valores como el respeto hacia el sexo opuesto ya sea hombre o mujer, instruir a las madres a no criar hijos machistas que manifiestan que tal o cual actividad domestica solo sea de competencia femenina. Trabajar con la prevención, concienciación de estos males desde la etapa inicial.


A partir de la Ley del Femicidio y para que la misma cuente con el respeto de todos y efectivo vigor: el reconocimiento a la Mujer Paraguaya debe convertirse en CAUSA NACIONAL, para usar una frase grandilocuente y de moda. Para que las mismas mujeres afirmen su visión femenina del mundo y de la sociedad. Eligiendo líderes que representen los atributos esenciales del género y no aquellas que reproducen los vicios masculinos. En el ejercicio de la política, por ejemplo. Porque de la misma forma que toda la “esperanza joven” es habitualmente contaminada con los gérmenes de la vieja guardia partidaria, así las mujeres deberán evitar que en sus barricadas alguna “militante” esté apuntando en contra de sus objetivos de lucha. Y finalmente, si los cambios de actitud llegan a los calificativos y seguimos mentando el “sexo débil” … ¿qué tal si al de los hombres llamamos el sexo idiota? O algo por el estilo. Se esperan sugerencias…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Conclusiones de la mesa de deseos de Aprendices

La presente plancha arquitectónica reúne los deseos y propuesta de acción con actividades específicas, habiendo realizado un análisis de l...